martes, 28 de julio de 2009

GUSTAV KLIMT III

La pintura de Klimt se sitúa en los límites de la práctica del "desnudamiento" de la interioridad subjetiva. Presagia su potencialidad devastadora, pero parece mantenerse al margen. La sutil inquietud que anima los rostros magnéticos y sensuales de sus heroínas tranquilizadora, compuesta de refinado decorativismo y de preciosismo estilístico. La iconicidad, de derivación bizantina, de los retratos femeninos, se hace portavoz de una visión idealizada de la burguesía vienesa de finales de siglo.

Encajonadas en la preciosa coraza de las ropas y privadas de su aspecto físico natural, las mujeres de Klimt parecen no poder expresar ningún particular latido vital. Iconos de la condición femenina de la época, interpretan, sin salirse de los esquemas, el papel convencional de madres y mujeres burguesas.
Fuente: Libro : El retrato (obras maestras entre el retrato y la eternidad).

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