También la dicotómia entre los principios del bien y del mal, que atraviesa sin solución de continuidad toda la producción artística del pintor vienés, encuentra su propia sublimación en el poder taumatúrgico del arte, entendido como el último estandarte del humanismo y de la civilización. Sólo en las grandiosas composiciones alegóricas Klimt se siente libre de manifestar su propio punto de vista sobre el mundo y de celebrar la atormentada condición de la mujer en la sociedad moderna.
A pesar de mantenerse extremadamente distante de la brutal crudeza de la poética expresionista, Klimt sabrá reconocer en la fuerza expresiva de la imágenes se Schiele y Kokoschka los motivos fundadores de una nueva concepción estética.
Fuente : Libro ; El retrato (obras maestras entre el retrato y la eternidad)
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