El color enriquece nuestra vida. No existe apenas nadie que pueda imaginar un mundo en el que no aparezca el color. Éste, está presente en prácticamente todo lo que hacemos y lo que nos rodea.
Cuando paseamos, cuando trabajamos, cuando disfrutamos del tiempo libre estamos continuamente recibiendo impresiones de color. El color comunica ideas, expresa sentimientos, muestra estados de ánimo, nos estimula, nos tranquiliza, provoca sensaciones de alegría, calma, recogimiento, bienestar…Siempre está latente en nuestras vivencias, aunque en ocasiones sea de forma inconsciente.
Los objetos se diferencian entre sí por su forma, por su tamaño, pero también por su color. Éste está unido a muchos significados y sentimientos y lo utilizamos para mostramos como somos, a través de la ropa que llevamos, del coche o del interior de nuestra casa.
Una de las cosas que mejor refleja el estilo y el carácter de una persona, de una familia, es la utilización que se hace de los colores; tanto en el vestir como en la decoración del hogar.
Algunas personas pueden tener una mayor preferencia por las flores violetas en el jardín, pero esa misma persona a lo mejor no utilizaría el violeta en una chaqueta o en la pared de su casa. Por ello podemos afirmar que los colores feos no existen, el mal uso del color hace que a veces lo parezcan. Bonito o no – dependerá de donde se vaya a utilizar el color – en ropa, maquillaje, coches, edificios o en la casa.
Algunos creen que el efecto del color en nuestro comportamiento y sentimientos son inherentes. Los colores pueden tener un significado positivo y negativo a la vez y en ocasiones otro color ayuda a reforzar el significado de un color. Por ejemplo, el rojo como color del amor está asociado al rosa, pero si lo asociamos al negro es color de odio.
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