HISTORIA
La principal alternativa a las lámparas de queroseno era la luz de gas, que permitió una importantísima evolución en la vida humana. Los faroles de gas aparecieron pronto en las calles de Londres (1807), Baltimore (1816), París (1819) y Berlin (1826), pero en Europa no se utilizó gas para alumbrar las casas hasta el decenio de 1840 y en Estados Unidos hasta pasada la Guerra de la Secesión.
Al principio este tipo de lámpara no fue muy aceptado, pues el gas ardia imperfectamente y producía un olor desagradable que provocaba somnolencia, siendo necesaria una ventilación especial para la habitacionesasi iluminadas.
Las mejoras que se produjeron en la vida doméstica de manera gradual, como el confort de los asientos llevado a cabo durante un periodo de tiempo muy prolongado, y conpequeños cambios, a veces apenasperceptibles, se contraponen con la rápida mejoría en el alumbrado domestico.El gusto por la comodidad y el confort que ofrecia el alumbrado artificial resultó evidente cuando por fin se aceptó el gas como sistema de alumbrado, al mismo tiempo que se rechazaba para otros usos.Las ventajas de cocinar con gas eran menos evidentes y, aunque se contaba con cocinas y hornos de gas a partir de la década de 1820, tardó en generalizarse su uso.
Ello causó una situación curiosa, al menos menos en Inglaterra, donde los propietarios de las casas de la clase alta llegaron a la conclusion de que las comodidades del momento, como la luz de gas o los cuartos de baño, eran algo vulgar, y que el confort relacionado con estas innovaciones era propio de nuevos ricos.
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Al principio este tipo de lámpara no fue muy aceptado, pues el gas ardia imperfectamente y producía un olor desagradable que provocaba somnolencia, siendo necesaria una ventilación especial para la habitacionesasi iluminadas.
Las mejoras que se produjeron en la vida doméstica de manera gradual, como el confort de los asientos llevado a cabo durante un periodo de tiempo muy prolongado, y conpequeños cambios, a veces apenasperceptibles, se contraponen con la rápida mejoría en el alumbrado domestico.El gusto por la comodidad y el confort que ofrecia el alumbrado artificial resultó evidente cuando por fin se aceptó el gas como sistema de alumbrado, al mismo tiempo que se rechazaba para otros usos.Las ventajas de cocinar con gas eran menos evidentes y, aunque se contaba con cocinas y hornos de gas a partir de la década de 1820, tardó en generalizarse su uso.
Ello causó una situación curiosa, al menos menos en Inglaterra, donde los propietarios de las casas de la clase alta llegaron a la conclusion de que las comodidades del momento, como la luz de gas o los cuartos de baño, eran algo vulgar, y que el confort relacionado con estas innovaciones era propio de nuevos ricos.
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